Estética y filosofía en las Gravitaciones de Wilson Abreu

Trazo y color en las “Gravitaciones» de Wilson Abreu conciben un espacio que, rompiendo con los límites de la “linealidad”, se extienden hacia órbitas inimaginables. 

Hay una inquietante distribución de elementos conjugados en el establecimiento de un magnetismo que opera hacia la búsqueda de un espacio individual y particular dentro de los horizontes y más allá de la vastedad o universalidad de los signos. 

Ninguno de estos elementos fundamentales queda atrapado en la tradición; no se coartan, pero cada uno intenta superponerse al otro, atendiendo al orden o -al no-orden- de lo artístico, como si quisieran complementarse dentro de lo que es, al mismo tiempo, una interminable oposición. 

En los bordes, el color trasciende o supera las líneas y estas trascienden o superan el mismo yendo por encima de las vertientes conocidas y proponiendo otra forma, otra unidad, que parece provocar al espectador hacia distintos sentidos; son estos quizás los que subyacen a lo inconsciente del sujeto en la propuesta artística. 

El engranaje visual de Abreu plantea una dialéctica en la que lo trazado articula una estética cuya filosofía subvierte lo acontecido o lo dicho por determinada realidad, instaurando otras que atraen hacia regiones desconocidas del Ser. 

Y es así como el Ser se adentra a los fenómenos que le conciernen de manera crucial, tales como la muerte, el miedo, la soledad, la tristeza, o sus opuestos, a través de valores trastocados por la imaginación. 

La muerte, particularmente, deja de ser así grisácea, inamovible y adormecida; puede ser extrañamente vívida, per-vertida por la mano que la con-vierte en un ente a quien podrías cuestionar (por encima de los rasgos poderosos  que se le atañen) o con quien podrías hasta conversar y reír a pesar de lo cruel de la experiencia a la que puede hacer referencia, tal y como se manifiesta en el humor y en la ironía con que está atravesada la obra denominada: “En busca de una fórmula para vivir eternamente”. 

La diversificación de los matices aquí desmitifica los códigos de una vieja estructura y crea una nueva expresión que surge de la rebeldía e invade la solemnidad.  Claribel Díaz

La formulación de nuevos conceptos provoca la transformación de los ya existentes, tal y como el arte lo exige.

Es de esta manera que la obra «Autorretrato», también como ejemplo, desvirtua las condiciones del espejo. 

Si para Jacques Lacan, estudiando las fases del poderoso objeto organizador de la identificación, el espejo provee la imagen que da consistencia al cuerpo anteriormente des-membrado o des-estructurado, es este arquetipo precisamente el que Abreu retoma rescatándolo de las garras de un “gran Otro“ cuyo mandato socava las simientes del Ser. 

Entonces, las proyecciones lúdicas de la creatividad alcanzan lo imposible de lo Real, arriban a lo monstruoso, a lo inadmisible, a lo ricamente inquietante de la voluptuosidad que, en el algún momento de la socialización, el lenguaje y la lengua empeñaron y sometieron a los límites de la dominación. 

Bajo las marcas vibrantes y punzantes de Wilson, no hay dominio mayor que la denuncia, la insistencia hacia el descubrimiento de una naturaleza de los objetos que aparece desbordada, pura, con todo lo que primordial y originalmente tiene de potable. 

Se trata de una estética expresionista e hiperrealista en tanto implica factores que se destacan por extra-magnificar las cualidades de determinados hallazgos.

Wilson Abreu contribuye a la identificación y demolición del pathos de lo social, de lo religioso, de lo político y de lo cultural, a través de las resonancias que su mirada es capaz de producir insertando las luces y sombras de su propia «sintomatología artística»; esto es desde su Sinthome, concepto lacaneano que designa al verdadero creativo como aquel que eleva la posición del ente patente en su obra y la postura propia hasta la sublimación desde el caos.

Claribel Díaz 

Poeta, ensayista y psicoanalista dominicana. 

Obras de la Serie Gravitaciones